Ha pasado más de un año desde que el gobierno colombiano y el grupo armado de las FARC firmaron un acuerdo de paz, pero el proceso de paz sigue siendo frágil. Una cosa es conseguir un acuerdo y otra es cumplirlo.

2018 será un año crucial para el país, y en mayo se elegirá un nuevo presidente. Aquí hay diez cosas que amenazan la paz en Colombia:
Una lucha por los recursos naturales y las rutas de la droga
En muchas zonas anteriormente controladas por las FARC, el conflicto armado sigue vigente. En algunas zonas, los combates han aumentado desde que las FARC depusieron las armas, ya que los grupos armados intentan hacerse con el control de zonas estratégicas, recursos naturales e importantes rutas de la droga. En muchos lugares, los grupos paramilitares se han desplazado, provocando un mayor temor entre la población. La violencia ha aumentado en todo el país, así como el número de líderes locales asesinados.
El gobierno no está haciendo lo suficiente
El gobierno sigue sin poder garantizar la seguridad de la población civil y ha sido criticado por no darle mayor prioridad. El gobierno dice que carece de recursos y capacidad.
Más de siete millones de personas están refugiadas en su propio país
La violencia y la falta de presencia gubernamental provocaron un aumento del 36% de los desplazados internos en el primer semestre de 2017 en comparación con el mismo periodo del año anterior. La misma tendencia continúa en 2018, con un aumento del 60% en enero en comparación con 2017.
Los líderes locales están siendo asesinados
Un gran número de líderes locales y activistas de derechos humanos han sido asesinados en 2017. Se han registrado más de 78 muertes conocidas como asesinatos, y al menos 13 más son presuntos asesinatos, según la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR). Muchos temen que la cifra sea aún mayor.
Las FARC han dejado las armas, pero no han recibido suficiente apoyo
Las FARC han cumplido con sus obligaciones estipuladas en el acuerdo de paz: Han pasado de ser un grupo guerrillero a un partido político. Han dejado las armas y han vuelto a estudiar. Sin embargo, muchos ex soldados de las FARC se sienten frustrados por la situación en la que se encuentran, con la sensación de estar en el limbo. Las medidas de reinserción han sido muy insuficientes, por lo que muchos han abandonado los campamentos de desmovilización y han regresado con sus familias o a las ciudades para buscar trabajo. Algunos también han regresado a los grupos disidentes que han surgido en algunas zonas de Colombia, mientras que otros se han unido a nuevos grupos armados y criminales.
Negociaciones con el grupo armado ELN con pocos avances
El gobierno y el grupo armado ELN (Ejército de Liberación Nacional) están en conversaciones formales de paz desde febrero de 2017. Tras 101 días de alto el fuego, el ELN atacó y mató a varios miembros de las fuerzas de seguridad colombianas a mediados de enero de 2018. Pocos días después, el grupo reivindicó la autoría de un atentado con bomba contra una comisaría de policía en el norte de Colombia. Mientras los ataques continúan se espera que las conversaciones de paz se reanuden en breve.
La población votó en contra del acuerdo original
El acuerdo de paz se decidió en el congreso en noviembre de 2016, poco más de un mes después de que en la votación del referéndum el acuerdo perdiera con un margen mínimo. Varios políticos importantes han expresado el deseo de hacer cambios en el acuerdo, poniendo potencialmente en riesgo el acuerdo como tal.
El proceso de paz se siente lento para la población
En algunas partes del país, los colombianos son testigos de la creciente violencia y se sienten menos seguros ahora que antes. Muchos sienten que no se les ha incluido adecuadamente en el proceso de paz, y por lo tanto no confían en el gobierno.

Hay que dar prioridad a la labor de reconciliación y abordarla desde la base. Hay muchos indicios de que el proceso de paz ha sido excesivamente descendente. La movilización local es importante.
El conflicto colombiano tiene sus raíces en la lucha por la tierra
La lucha por la tierra ha sido continua a lo largo de la historia de Colombia, y hoy en día, alrededor del dos por ciento de los propietarios de tierras controlan bastante más de la mitad de las mismas. La aplicación de la Ley de Víctimas de 2012, que implica la devolución de tierras a las personas que se vieron obligadas a huir, es lenta debido a la falta de recursos económicos y a la escasa seguridad. El acuerdo de paz facilita el acceso a la tierra a los pequeños agricultores de los distritos, así como a las grandes empresas que se dedican a la agricultura comercial. Las tierras redistribuidas suelen ser tierras expropiadas a los cárteles de la droga o tierras sin propiedad formal. Una redistribución mayor no forma parte del mandato del acuerdo de paz, pero seguirá siendo un reto para los futuros gobiernos.
En mayo de 2018 se elegirá un nuevo presidente
Este año ha habido elecciones al Congreso en marzo, las elecciones presidenciales tendrán lugar en mayo y nadie sabe qué tipo de gobierno tendrá Colombia hasta la toma de posesión en agosto de 2018.
El presidente Juan Manuel Santos, cuyo prestigio político descansa en el proyecto de paz, ha cumplido sus dos mandatos y no puede presentarse a la reelección. En la política colombiana todavía hay fuerzas de la derecha política que son muy escépticas a la continuación del proceso de paz.
Los resultados de las elecciones nos dirán si la población colombiana sigue creyendo en el proceso de paz y si éste continuará o se detendrá. Es muy importante que la comunidad internacional siga de cerca la evolución de los acontecimientos.