Es difícil de imaginar, pero la mayoría de los colombianos nunca han vivido en un país en paz. Escenario de uno de los conflictos armados más largos del mundo, Colombia ha soportado durante más de 50 años esta lucha interna, que se ha cobrado miles de vidas y ha obligado a millones a abandonar sus hogares.
A pesar de estas dificultades, Colombia ha avanzado mucho en otro frente: la lucha contra la pobreza. Incluso durante el conflicto, el país ha crecido más que la media latinoamericana y ha reducido los índices de pobreza extrema a la mitad entre 2002 y 2014. Más de 6 millones de personas salieron de la pobreza y, por primera vez, se considera que hay más colombianos de clase media que de pobreza.
«La cara actual de Colombia es completamente diferente y su futuro, prometedor», dijo Gerardo Corrochano, director del Banco Mundial para Colombia y México. «Está a punto de acabar con un conflicto que ha sido un obstáculo para su potencial de desarrollo durante años».
Los expertos coinciden en que existe una gran ventana de oportunidades para una Colombia en situación de posconflicto. Una evaluación económica del Banco Mundial revela que si el país hubiera estado en paz durante los últimos 20 años, la renta per cápita podría haber sido un 50 por ciento superior a la actual.
Teniendo en cuenta que el crecimiento económico fue responsable de más del 70 por ciento de la reducción de la pobreza extrema entre 2002 y 2013, esto podría tener un impacto increíble. «Colombia puede hacer historia en 2016», dijo Corrochano.

¿Cómo sería una agenda para el posconflicto?
«Requerirá inversiones en infraestructura y capital humano», explicó Corrochano. «Alcanzar los más altos niveles de bienestar para todos los colombianos implica gestionar la paz de forma sostenible, erradicar la pobreza y compartir la prosperidad».
No será una tarea fácil. Lleva tiempo y hay mucho que hacer. Por ejemplo, las desigualdades entre regiones siguen siendo altas. «Ha habido avances, pero ahora es el momento de redoblar esfuerzos», dijo.
Restaurar tierras, restaurar vidas
A lo largo del conflicto, unos 6 millones de personas abandonaron sus hogares temiendo por sus vidas. «Te ibas al monte y te preocupabas; pensabas que te iban a matar», dice Alfonso Mejía, un ganadero al que le han devuelto sus tierras. «Antes estaba mal, muy mal».
«Si tu tierra es tu principal activo y te has visto obligado a abandonarla, eso te va a hacer aún más vulnerable», explica Victoria Stanley, especialista principal en desarrollo rural del Banco Mundial. «La restitución es, pues, una forma de ayudar a la gente tanto a restablecer su vida en sus comunidades como a recuperar ese valioso activo».
Ahora, estas personas no sólo han recuperado sus tierras, sino también sus medios de vida.
Muchas iniciativas ya están construyendo una era post-conflicto. El Banco, por ejemplo, apoyó a Colombia con objetivos relacionados con la protección, formalización y restitución de los derechos a la tierra, en particular a los desplazados por décadas de conflicto. A finales de 2014, los jueces habían atendido 1.852 casos de restitución de tierras.
Las mujeres tienen un papel importante en este empeño. «Desde el principio hasta el final, se ha permitido a las mujeres participar como propietarias de negocios y gestoras de su propio desarrollo», señala Juana Alicia Ruiz Hernández, beneficiaria del programa de restitución de tierras.
Otra cuestión pendiente es la reparación de las víctimas. El Banco Mundial gestiona un fondo multidonante para el posconflicto en Colombia, y el primer paso del fondo es mejorar la capacidad operativa del gobierno para poner en práctica el programa de reparaciones colectivas. Esto beneficiará a grupos vulnerables de personas que han sido víctimas del conflicto, como las comunidades afrocolombianas o indígenas.

Un nuevo rostro
También se han hecho esfuerzos para ayudar a los jóvenes y a los grupos vulnerables a salir adelante. Un proyecto de paz y desarrollo ha generado activos sociales, económicos y medioambientales para unos 90.000 beneficiarios. Más de 600 organizaciones se han visto impulsadas al conseguir una mayor participación en la vida municipal, lo que también ha fortalecido al Estado a nivel local.
Por ejemplo, un grupo de mujeres desplazadas internas en Cúcuta inició un negocio de confección de ropa con ayuda del proyecto. Ana Lida Gamboa, una de estas mujeres, dice que le ayudó a mejorar sus habilidades administrativas y de comunicación. «Estamos orgullosas de lo que hemos conseguido y de haber realizado nuestro sueño», añade.
Otras iniciativas consisten en ayudar a los jóvenes a escapar de la espiral de violencia y promover la paz a través de las artes y la música o el deporte. Unos 1.800 niños se benefician de las iniciativas de Fútbol con corazón. A través del fútbol, estos niños trabajan las habilidades de prevención de la violencia, la igualdad de género y la permanencia en la escuela.
Asimismo, la reconstrucción del tejido social y la unidad de la comunidad se enseña como asignatura en las escuelas. En Antioquia, en el marco de un proyecto educativo apoyado por el Banco Mundial, los niños de un colegio secundario trabajan en la recopilación de información de los ancianos sobre la historia de su pueblo natal, La Ceja, que sufrió mucho por el conflicto armado.
«La gente cree que porque ha habido un conflicto armado aquí también somos así. No, no lo somos», dice Angie, una estudiante de la escuela. «Esto es lo que queremos, cambiar la cara de nuestro pueblo».